Los amuletos

Hacía tiempo que no escribía un post, ya que un blog es un asunto demasiado humano. Pero hoy tengo un buen motivo. El viernes, un poco antes de la hora de salir, el profesor contó una cosa que la clase tenía que saber. Se trataba de un problema pequeño, de una preocupación más de la vida, y por eso cree que fue comprendido.

De todos modos, hubo un detalle muy curioso y sorprendente. Tal vez en su cara se mostró alguna señal que él no pudo controlar. Entonces, Daniel Ondina se le acercó y le dio su amuleto, un óvalo de metal decorado con tonos azules. Al ver eso, Pablo le entregó su muñeco de la buena suerte, una figurita negra con cabeza de calabaza. Me parece que se emocionó, pero no tuvo tiempo para decirlo. Porque Cristina Sánchez le cedió su pulsera de la suerte, hecha con perlas blancas y una gatita de metal brillante. Y Andrés, por último, también le dio su amuleto: el lápiz del escritor Manuel Rivas, que venía con su libro O lapis do carpinteiro.

Podéis creerme, todos los amuletos ya están bien guardados. A la vuelta, cuando esto no sea más que un recuerdo, los devolverá para que de nuevo cuiden la magia de vuestra suerte.

Y seguro que en su cara esta vez se mostrará una sonrisa… De su parte, ¡gracias, muchas gracias!